top of page
Buscar
  • Foto del escritor: Blanca Jal
    Blanca Jal
  • 9 ago 2024
  • 3 Min. de lectura

Conque desgasto… Pues prepárate, porque no has visto nada. Así que ponte las gafas de cerca, que ahora te vas a dejar los ojos leyendo entre líneas.

Que dicen las creativas que me he desenredado, pero me cuesta na y menos retomar mi enrevesada tendencia al doble sentido. Bad habits die hard. Porque este equipo es de doble o nada. Y todos hemos elegido doble. Y porque este es mi bar. Y aquí se sirve lo que yo diga.

En este bar, la música suena distinta que en otro bar. No lo pienses más, visita nuestro bar. Hombres G

Así que tomen asiento. Beban con calma. Y pongan oído. Que tenemos la gramola preparada. El grifo a rebosar. Y unos servicios muy serviciales. Solo nos hemos quedado sin hojas de reclamaciones. Quejas y sugerencias, al buzón de la puerta, por favor.


Y si, al final de la noche, no les da para la cuenta, ya fregarán ustedes los platos. Que nunca pensé que tendría su gloria. Bendita. Como el agua. Que es lo único que no se sirve en esta casa. Aunque dudo que eso les importe. Al menos, hasta donde yo sé, no es ni la bebida, ni el medio favorito del consumidor.

Aunque ¿qué sabré yo de sus favoritos? Poco más que el azul y los buenos vinos.

Bajando por donde los garitos, dejándome caer por la cuesta abajo. Pereza

¿Cómo podría saber más si me falta tiempo y me sobran kilómetros? Y hoy me han llamado cobarde. Me han dicho que pongo excusas porque estoy acojonada. Y que me voy a arrepentir si elijo la cabeza porque es lo otro lo que tengo que poner en este contratiempo.

Pero ¿qué quieren que les diga? Si una la tengo bien amueblada y al otro lo tengo de reformas, es normal que reciba en el salón de lo racional. Ustedes harían lo mismo. De hecho, lo hacen.


Valentía es saber que algo podría doler y hacerlo igualmente. Estupidez es exactamente lo mismo. Y eso es lo gracioso de la vida.

Puede que no sea lo bastante valiente. Y desde luego no soy lo bastante estúpida. Pero sí tengo la suficiente experiencia para diferenciar lo complicado de lo simple. Lo bonito de lo feo. Y lo que duele de lo que alegra.

Y ahora estás en mi lista de promesas a olvidar. Todo arde si le aplicas la chispa adecuada. Héroes del Silencio

Que si estoy bien, preguntan. Y a mí es que me da la risa. Define bien. Estoy. Y soy. Y poco más. Y con eso, vamos tirando. Estoy tranquila. Estoy on fire. Estoy rompiendo patrones. Y evitando repetir errores. Estoy apostando por mí. Que no sé si será un valor seguro. Pero es el único que tengo. Estoy haciendo cosas que no imaginaba que haría. Estoy sacando de la gabardina herramientas que no sabía que tenía. Inspector Gadget. Cantando de madrugada. Bebiendo azúcar. Haciendo topless. Fumando flores. Y envolviendo regalos.

Ahora que te cansas y las piscinas cierran, y apura el último baño la luz de las estrellas. Ismael Serrano

Estoy mirando dos veces. Cambiando de cuarto. Acelerando en las curvas. Pero qué sincero es todo esto. Cuánta verdad y cuánta vida. Si tenía ganas de morir. Y ahora que ya podría irme tranquila, quiero vivir mil años.

Si recojo lo que siembro. Si no puedo parar de leer. Y me río mucho. Si ya apenas lloro. Si julio me parece un pasado lejano. Y septiembre, un futuro muy incierto. Si desayuno con diamantes. Y solo ceno a veces. Si a buen entendedor, buena sombra le cobija. Si no hay que dejar para mañana y todos los caminos llevan a Roma. Si nadie es profeta en su tierra. Si más vale maña y quien tiene boca, se equivoca. Si es de bien nacido ser agradecido: sólo puedo decirles gracias. Y bienvenidos a Aunque tú no lo sepas. Quédense cuanto gusten, que esta es su casa.


 
 
 
  • Foto del escritor: Blanca Jal
    Blanca Jal
  • 6 ago 2024
  • 4 Min. de lectura
He muerto y he resucitado. En otra vida. En otro mundo. Los Secretos

Voy conduciendo. Mamá, de copiloto. Subo el volumen y acompaño a Taburete con eso de y la verdad es que yo estoy calentándolo más, esperando que abras las piernas y me dejes pasar

-Desde luego, hay que ver las canciones de hoy, cómo son -dice la madre

Como yo no me callo, suelto:

-Pues como las de antes, pero sin sutilezas. A ver qué te crees que decía el que quería ser un pez mojado en ti; y Luis Miguel, que ya en la cena le metía mano por debajo de la mesa ¿qué? Anda, que os pensaréis las de tu generación que habéis tenido esa pila de niños bailando pegados. Porque bailar de lejos no es bailar, ¿no?

Y mi madre se descojona.



Y es que últimamente, con nuestros más y nuestros menos, disfruto mucho de ese click que hemos hecho. Que, con la misma diferencia de edad que nos gastábamos en mi primera juventud, ahora parece que se escapan la madre y la hija y se encuentran las dos mujeres que hablan, en cierto modo, el mismo idioma

Desperté con resaca y busqué, pero allí ya no estaba. Los Secretos

Hoy no te pido la palabra, amigo. Porque, con tu permiso, mejor te voy a dedicar algunas:

Son nuestros padres un privilegio que damos por hecho. Un par de antiguos que nos lo dan todo y a los que exigimos más. Los que nos aburren con sus normas. Sus limites. Y sus rollos sobre en esta casa esto o bajo mi techo aquello.

Son los que de niños pensábamos que lo sabían todo. Luego, descubrimos que no tenían ni idea. Que no entendían nada. Y, allá hacia nuestros treinta, nos sorprendieron con todo lo que habían aprendido en sólo diez años. 



Y ahora que nos vemos en su piel, empezamos a entender que los que no sabíamos nada éramos nosotros. Y que difícilmente les llegaremos a la suela del zapato. Y justo ahí, cuando tenemos que tirar de nuestra prole y empezar a atender a nuestros mayores, nos entra ese extraño miedo a perderlos y esa reveladora certeza de que no son eternos. Esto, en el mejor de los casos, porque todos tenemos cerca amigos con peor suerte, por haberlo comprobado demasiado pronto

Agárrate fuerte a mí, María, que esta noche es la más fría y no consigo dormir. Los Secretos

Ay, amigo mío, no sé qué decir ni qué hacer para verte feliz. Si ahora lo que te toca es estar triste. Y hasta Disney nos ha enseñado que hay que dejar hueco a todas las emociones, porque no sólo de alegrías vive el hombre.

Sólo puedo decirte que valores la suerte -el tiempo -que has tenido. Y que seas, para tus hijos, el padre que hoy aprecias más que nunca. Que vivas. Y abraces. Que rías y llores entre recuerdos. Que te dejes querer. Y te dejes cuidar. Y cuides y quieras. Porque eso es todo lo que nos vamos a llevar de esta montaña rusa que es la vida. 

Que copies lo bueno. Y olvides lo no tan bueno. Y que sepas que algunos hemos aprendido mucho de este fin de julio. A valorar. A agradecer. A atesorar. Porque no sabemos qué día nos llegará el bofetón, pero llegará. Y ahí estarás tú para abrazarnos. Y ahí estarán los micros y las macros. Los buenos y los malos momentos. Todos ellos, pacharán.



Y sí, somos tan estúpidos, que en cualquier momento volveremos a pensar ¡ay, mi madre, qué latosa es la pobre! O ya llamo a casa otro rato, que voy con prisas. Pero igual hoy alguno reflexiona y achucha un poco a esos antiguos que lo dieron y lo dan todo por nosotros. O llama sólo para ver qué tal. O dice que sí a ir comer el domingo

Porque son nuestros padres un valor seguro. Un refugio donde siempre podremos ser gilipollas y queridos al mismo tiempo. Una escuela de estilo, usos y costumbres que, nos gusten o no, nos van a acompañar siempre. Una impronta que va más allá del apellido

No, a mí tampoco me divierte estar así, si no me imagino cómo podré estar sin ti. Los Secretos

Un par de referentes que, desde aquí o desde ahí arriba, nos guían y nos cuidan. Un regalo que, tantas veces, nos permitimos el lujo de ignorar. Pero que siempre está ahí para desenvolverlo y descubrir la suerte que tenemos.

Así que cuando vayas conduciendo, recuerda que ahora tienes un gran copiloto. Y procura no escandalizarle con las burradas que, a veces, te da por soltar. Aunque estoy segura de que, digas lo que digas, él ahora también se descojona. Te abrazo fuerte, my friend




 
 
 
  • Foto del escritor: Blanca Jal
    Blanca Jal
  • 4 ago 2024
  • 3 Min. de lectura

Oigo decir en una zapatería que todo podía recolocarse en su lugar. Me he mirado las tetas esperanzada. Llámenme agorera, pero me ha salido solo (es zapatería de confianza):

-Hombre, todo, todo, no.

Bendita lactancia materna. Y esos niños tan saludables que jamás veré llegar a viejos gracias a mis renuncias.



Y es que, digan lo que digan, hay cosas que nunca vuelven. Y punto. Como las primeras veces. Que son primeras. Y, por tanto, únicas. Solía creer que eran, por ello, muy especiales. Pero, mire usted, tampoco son para tanto. Están sobrevaloradas.

Las primeras veces son, muchas veces, un desastre total. Y, otras veces, no tienen nada de especial.



Yo no sé cómo de idealizado tendrá el lector su primer beso, por ejemplo. El mío, yo confieso, no fue nada del otro jueves. De hecho, era sábado. Y no entro en detalles de palabras mayores, pero tampoco las recuerdo para fuegos artificiales. Recuerdo increíble mi primer concierto. Ese sí fue único e irrepetible. Michael Jackson, nada menos. Y además fue la primera vez que salí con bolso. Qué ilusión me hizo todo junto. Y mi primera noche sin hora. Que me la volvieron a poner porque llegué a las nueve y media de la mañana. Joder, sin hora es sin hora, ¿no?



Y mi primera novela con páginas que se subían de tono. No comenté nada en casa. Y le pedí la segunda a los Reyes. Pura magia. Para cuando salieron las cincuenta sombras a mí eso ya me parecía pecata minuta. V.C. Andrews se ríe de Christian Grey, ya se lo digo. Tuve que buscar incesto en el diccionario y me quedé toa loca. Tenía catorce años y una creciente velocidad de lectura.



Del primer amor, imposible olvidarme. Daniel Tamayo. Cinco años. Estaba en mi clase. Y se fue a Pamplona para siempre. Hago un llamamiento, por si alguien lo tiene localizado. Lloré amargamente, según cuenta mi madre, al grito de “para un novio que tenía y que además sabía inglés”. A estas alturas lo del inglés no lo encuentro imprescindible. A mí, con que me hablen en plata, ya me va bien.

Si la vida te da limones, ya sólo te faltan la sal y el tequila. De nada.

En fin, que no sé qué tiene el personal con las primeras veces, pero yo soy más fan, en muchas cosas, de saber escoger las últimas.

Que dónde no te cuiden, sea la última vez que estás. Que a quienes no lo merecen, sea la última vez que les regalas tu tiempo. Tus ganas. Tu esfuerzo. Tu atención.

Que sea la última vez que lloras por algo que puedes resolver tu mismo. La última vez que te disculpas sin saber por qué. La última vez que dejas que otros cuenten tu historia. Que es tuya. Y punto.

Que sea la última vez que te faltas al respeto dejándote faltar al respeto. La última vez que no te tomas la última copa por si acaso. ¿Por si acaso qué? Última vez. Porque tú no eres un porsiacaso.

Que sea la última vez que te callas. Que normalizas lo anormal. Que no te escuchas.

¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?

La última vez que te crees que no puedes. Porque puedes. Vaya que si puedes.

La última vez que pones todos los huevos en la misma cesta. Que se te cae la cesta. Y te quedas sin tortilla.

La última vez que sientes miedo dentro y alivio fuera. La última vez que pides permiso para ser y perdón por estar.

La última vez que te pasas de dar explicaciones. No aclares, que oscureces.



La última vez que te arreglas para alguien que no seas tú mismo. La última vez que te mientes. Que no cumples tus propias expectativas. Que rompes tus promesas. Que esperas que las cosas vengan solas en vez de salir a buscarlas. La última vez que dices sí, cuando quieres decir no.



Qué difíciles son algunas últimas veces, pero qué poderosas pueden llegar a ser. Como si de una pequeña última vez saliera otra. Y luego, unas cuantas medianas. Y luego, una grande. Y otra más grande. Y cuando llega la definitiva, la mayor, la última última vez, se reinicia el programa y con qué gusto recibes las nuevas primeras veces.


Como si cuando ya creías que estaban cerrando, volvieran a servir copas. Y siguiera la música. Y la gente. Y las risas. Y el baile. Como si ya oliera a feria. Y tú ahí, saliendo de esa última vez. Mirándola, cara a cara, que es la primera. Y la vas seduciendo... a tu manera.









 
 
 
bottom of page