Aunque tú no lo sepas
- Blanca Jal
- 23 oct 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 26 oct 2020

¡Qué fácil es dejarse llevar por la inercia! ¡Y qué difícil a veces dar un giro o retomar algo donde lo dejamos. Allá por 2015, yo tenía un blog, Ya lo entenderás cuando seas mayor. Hablaba de la vida, sin grandes pretensiones. Acumulaba pensamientos y, por alguna razón, tenía su público. A la gente le gustaba leerlo y a mí me gustaba escribirlo. Compartir las cosas que, con más o menos orden, aparecían por mi cabeza. Y descubrir, casi siempre, que a la mayoría nos pasan y preocupan las mismas cosas. Hablaba del amor. De los miedos. De certezas inciertas y verdades no empíricas. Hablaba de mí.
Lo escribía por la calle. Desde Madrid. Solía caminar mucho. En los trayectos de casa al trabajo. Del trabajo a casa. Iban surgiendo pensamientos. Que luego volcaba en el blog.
Mi padre suele decir una frase, muy suya, que repite en ocasiones especiales. En algún encuentro familiar en Navidad. Cualquier tarde en que, por casualidad, estamos todos o casi todos juntos. O en alguna situación clave de nuestras vidas. Bodas. Nacimientos. Funerales. Se queda un rato en silencio. Como saboreando la idea y suelta la frase.
La vida son momentos. Y este es uno.
Quizá eso fue. Que la vida son momentos y ese era uno. El caso es que en 2015 estaba yo preparando un nuevo post de Ya lo entenderás cuando seas mayor. Y nunca lo terminé. Acababa de casarme. Sobraba material para hablar del amor. Sobraba optimismo. Alegría. Cosas bonitas para contar. Acababa de cambiar de ciudad. Y tenía un secreto pequeñito y creciente dentro de mí. Un secreto que ya tiene cuatro años y al que quiero con locura.
Volví a cambiar de ciudad. Pasé de un secreto a dos en cuestión de meses. La plataforma donde escribía cerró. Y el blog quedó aparcado. En una estantería. Porque Dr. Livingston lo editó para mí y me lo regaló hecho libro. Lo sé, era un romántico.

El caso es que, durante unos años mi vida fue más rápida y más lenta que nunca. Los grandes momentos pasaban a toda pastilla. Mientras, los días se hacían todos lentos e iguales. Pero parece que voy recuperando los ritmos y es el momento de volver. Y aquí estoy rescatando ese post de 2015. Que, resulta, qué cosas, que viene al pelo en los tiempos que corren. Y ya que, curiosamente, tenía título sin haberlo terminado, se lo voy a respetar, al post. Y se lo voy a dejar al nuevo blog.
Sirva esto, señores, de bienvenida a Aunque tú no lo sepas. Un lugar para desconectar. Por quien suscribe. Y para ustedes. Un espacio sin pretensiones. Donde se invita a pasar, sin reloj y sin cartera. Un billete para moverse por el mundo, sin mascarilla, ni distancia. No es lugar para la ofensa ni malos entendidos. Lean ustedes con buenos ojos, que son la mejor forma de mirar el mundo. Si acaso algo no es de su agrado, celébrenlo. Significará que seguimos pensando como individuos. Pasen cuando quieran. Sin compromisos. Reserven la fidelidad para su alcoba. Comenten cuanto quieran. Sin tapujos. Reserven la prudencia para su trabajo. Pregunten cuanto quieran. Sin límites. No hay pregunta indiscreta. Solo la respuesta lo es. Sean bienvenidos a este nuevo blog. Y sepan que, a cada uno que se acerque por aquí, le agradezco la visita.
Es un honor que me acompañes en este primer post. Porque, aunque tú no lo sepas, la vida son momentos. Y, para mí, este es uno. Empezamos.
Me encanta cómo escribes Blanca. Espero que en esta ocasión el blog, y tus entradas, duren mucho mucho tiempo
Muchas gracias!!!! Qué ilusión me hacen vuestros comentarios 😘😘😘😘😘
Y aunque tú ya lo sepas, ANSIABA TANTO este momento... TÚ MOMENTO. Gracias por empezar a compartirlos.
ME ENCANTA. Leído y SOBRECOGIDA, AMIGA. ¡ENHORABUENA!
Que ilusión leerte y que ganas de seguir! Me encanta Blanca!
Me encantará seguirte Blanca. Te estoy empezando a descubrir. Mucha suerte!