top of page
Buscar

Aunque tú no lo sepas (2015)

  • Foto del escritor: Blanca Jal
    Blanca Jal
  • 27 oct 2020
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 6 nov 2020


Hace algunos meses, vimos una película bastante tonta en la que Adam Sandler consigue un mando a distancia con el que puede controlar su vida: acelerar lo que no le apetece, repetir los buenos momentos, parar otros, etc. Una de esas comedias americanas en las que las cosas se les van de las manos y al final aprendes que lo importante en la vida es la familia y bla bla bla. Al día siguiente estábamos en el garaje, Dr. Livingstone aparcando y yo de pie frente a él, casualmente, con el mando de un trasto que me acababan de devolver en mi mano. Y ahí estuvimos unos minutos haciendo la gracia de acelerar y frenar, como si pudiera controlar remotamente el coche que se acercaba peligrosamente a mis pies para frenar en seco en el momento exacto en el que yo daba al botón. Lo sé, somos el no va más del sentido del humor. Y, mientras aún me reía en el ascensor, me dio por pensar en cómo le vamos a explicar a MiniLivingstone que ese par de payasos que se mueren de la risa por nada y menos y que pueden llevar una gracia hasta límites insospechados, son sus futuros padres.

Ay, que se me va la risa...

Con la de cosas que nos quedan por entender, vamos a tener que hacer un curso acelerado las próximas muchas semanas. Me pregunto si acabaremos pareciéndonos a nuestros vecinos, los Twinkle Twinkle. Tienen un bebé y, creemos que por eso, no hablan. Sólo cantan. Viven cantando. Emitiendo sonidos. Repitiendo onomatopeyas. Los oímos constantemente. El día empieza con una melodía como de organillo que se nos ha clavado en lo más profundo del cerebro. A veces me descubro tarareándola en la ducha. Por la calle. En el despacho...la melodía nos persigue. Juntos y por separado. Aparece en cualquier momento. Incluso discutimos porque creemos que el otro la ha entonado mal. También tienen una especie de xilófono musical...una delicia para los oídos. El resto del tiempo, emiten sonidos varios.



Recuerdo con nitidez la noche en que sospeché a MiniLivingstone y quise comprobarlo. Recuerdo que los minutos se hicieron muy largos y la melodía de los Twinkle Twinkle no paraba de sonar y no sabía si reír o llorar cuando el aparatito -Miami -me lo confirmó. Y se formó la gosadera...vaya que si se formó.

Han sido unas semanas un poco peculiares. Al principio es especialmente extraño porque tú sabes -o crees saber -que hay algo ahí, pero los demás, no. Aparentas normalidad. Pero por dentro te sientes de todo menos normal. No tenía ni idea de que existieran tantos y tan variados estados de ánimo. Grados de alegría y preocupación. Ni tantos tipos de náuseas. No tenía ni idea de lo difícil que es simular que todo está igual, mientras ocultas algo tan increíble y grande. Cada día mas grande. Y cada día más increíble.

Y me planteo si a todos les pasa. Si todo el mundo, alguna vez, oculta algo tan grande, que ocupa su pensamiento y condiciona su actuación, mientras aparenta normalidad. Si, aunque tú no lo sepas, la de la izquierda se ha levantado del revés porque whatsapp no funciona. O si tu jefe ha dormido en el sofá. Y, por eso, hoy no hay quién lo aguante. Puede que, aunque tú no lo sepas, el antipático del bus, que no te ha cedido el sitio, vaya pensando en la hipoteca que se le está haciendo cuesta arriba. Ni te ha visto. Puede, simplemente, que sea diecisiete. Los diecisiete siempre anda distraído acordándose de ella. A lo mejor, la maleducada de tu vecina que nunca te espera en el ascensor, no quiere que veas que anoche él también llegó borracho. O quizá, el del bar no sabe cómo decirle a los chicos que en enero cerramos, porque esto ya no da, y por eso te ha puesto el café hirviendo y has tenido que decirle tres veces que quieres sacarina. O puede que ese que lleva toda la mañana con cara de gilimemo le esté echando bemoles para pedirle, hoy sí, una cita. A lo mejor, ha perdido el iPhone y tiene una crisis de ansiedad. La gente lo pasa muy mal sin su móvil últimamente. O tiene un examen y sabe que este también lo suspende. O ayer rompieron y esta vez sí iba en serio. A lo mejor, el niño ese malcriado que no para de gritar tiene una otitis monumental. O puede que al tipo ese que nunca te habla lo que le pasa es que le gustas. O igual es imbécil. Que también puede ser.

Lo que quiero decir es que casi todos tenemos algo en la cabeza que, a veces, nos hace ser injustos o algo antipáticos o estar en la parra o con cara de pocos amigos. Y, a veces, son cosas pasajeras o las llevamos medio bien, pero otras nos consumen más de lo deseable o reaparecen cuando creíamos que ya habían pasado.

Volvamos a 2020...

Y ahí se quedó el post. Sin terminar. Sin publicar. Y al releerlo pienso en la cantidad de gente que está hoy batallando con un nuevo y desconocido enemigo. Ahora, más que nunca, tenemos que pensar que, aunque tú no lo sepas, aquellos con los que nos cruzamos, pueden estar pasando un mal momento.

Veo que, en lugar de unirnos, seguimos juzgándonos sin saber a qué se enfrenta el que está delante en la fila. A dos metros. Con mascarilla.

Veo a los políticos perder su tiempo. Y el nuestro. Se acusan desde un atril. Que, más bien, parece un patio. Diputados que, en un recreo, se dicen tonto. Y en el siguiente recreo, se dicen pues tú más. Y, mientras, nuestros niños, respetando con madurez unas normas totalmente ajenas a la naturaleza de un niño.

Veo -o no lo veo, porque no quieren que lo veamos -personas que mueren solas. Sanitarios que se arriesgan cada día. Empresas que cierran. Familias que pasan hambre. Abuelos que no han podido conocer a sus nietos. Bebés aislados al nacer. Padres que no saben cómo decir a sus hijos que ya no tienen trabajo. Hijos que llaman a sus padres para decirles que, este año, no irán a casa en Navidad. Veo que la tristeza se nos ha colado en la cabeza. Y, peor, en el corazón. Como se cuela la arena de playa en los zapatos. Que por mucho que los vuelques, parece que nunca se va del todo.


Por suerte, si hay algo que está de moda en tiempos de coronavirus es la resiliencia. En la mayoría de los casos no podemos elegir las cosas que nos pasan. Pero sí podemos decidir cómo comportarnos ante ellas. No puedes controlar el malhumor de los demás. Pero sí puedes elegir el tuyo. Y, aunque a veces no apetece, siempre puedes sonreír. Ahora, con la mirada. Que es lo que toca. Tú puedes cambiar la inercia. Y, poco a poco, sacudir la arena del zapato. Puedes mejorar el día de otro. Y olvidar, al menos un rato, tus preocupaciones. Hay cosas que van a estar ahí. Las tomes como las tomes. Hay cosas que hoy te preocupan y te quitan la sonrisa. Y mañana las mirarás y pensarás que no valían el mal rato que te dieron. Me río yo de las cosas que me preocupaban en 2015. De todo lo que ser padres nos ha traído y no podíamos ni imaginar. Me río de nosotros en 2015, que tendríamos que haber estado pletóricos porque dormíamos toda la noche. Todas las noches. Y ni lo apreciábamos.

Resulta que no somos muy Twinkle Twinkle. Quizá somos cosas peores. Pero ahora tenemos unos vecinos magníficos. Tenemos -todos -muchas cosas por las que estar felices y agradecidos. Y se nos olvidan. Porque todo lo bueno se da por hecho. Y a todo lo malo se le da demasiado espacio. A guardar, a guardar, cada cosa en su lugar. No somos muy Twinkle Twinkle, pero alguna canción se me ha colado. Demos a cada cosa su espacio. Y pongamos lo bueno en titulares. A ver si recuperamos la alegría. Que también es contagiosa. Y hace mucho bien.


 
 
 

4 Comments


Helen Walls
Helen Walls
Oct 27, 2020

Di que si Blanca! Cuanta razón tienes, ¡a ponernos nuestra sonrisa y salir a la calle!hay miradas que pueden llegar a sonreír mucho más que algunas otras bocas, todo depende de la voluntad que se ponga!!💪🏼💪🏼

Like

Cristina Serrano Beritens
Cristina Serrano Beritens
Oct 27, 2020

Que gran verdad!! Damos importancia a cosas que no la tienen sin darnos cuenta que lo realmente importante lo tenemos y nos hace felices. Que no se pierda la alegría de vivir la vida. Todo pasa, lo bueno y lo malo. A esperar toca. 😘

Like

Blanca Jal
Blanca Jal
Oct 27, 2020

Desde luego, Fredes!!! Al mal tiempo, mucho baile!!! 💃 y buena cara!!!

Like

freditas
Oct 27, 2020

Bravooo Blanca, nunca mejor dicho en tiempos difíciles hay que combatirlos con ALEGRIA y todo aquello que te hace estar feliz: musica, amigos, risas, confidencias, baile, deporte... o lo que genere endorfinas. Luchemos dia a día por sacar la mejor sonrisa. Totalmente de acuerdo!!!!

Like
bottom of page