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Que nos quiten lo besado

  • Foto del escritor: Blanca Jal
    Blanca Jal
  • 23 jun 2022
  • 3 Min. de lectura

Recuperado de Ya lo entenderás cuando seas mayor, 14 de marzo de 2013

What’s in a kiss?

Have you ever wondered just what it is?

More perhaps than just a moment of bliss.

Tell me what’s in a kiss…

Gilbert O’Sullivan


¿Qué tendrán los besos que tan pronto son el perfecto final de una película, como el principio de una historia real perfecta? ¿Qué tendrán los besos para que todos los busquemos, los demos, los anhelemos y los neguemos, según la ocasión? ¿Qué tendrán los besos que parecen determinar la relevancia de un encuentro y hasta poder convertirlo en desencuentro?



Podrías contar que has conocido a alguien. Que os divertís juntos. Que te hace reír. Que no hay nada mejor que pasar horas hablando. Que os buscáis con cualquier excusa. Que es la razón de tu sonrisa permanente o que te descubres pensando en el último encuentro cada cinco minutos. Podrías contar todas esas cosas y muchas más…Y lo primero que te van a preguntar, lo más relevante, lo que marca la diferencia, lo que hace que quien te escucha se haga a la idea de si lo que cuentas importa o no es ¿ha habido beso?



Y es que el beso es capaz de dotar de sentido a todo lo demás y el no-beso es capaz de destruirlo. No kiss, no story. Y todo lo que le rodea es irrelevante. Porque el beso, es el core de la historia. La quinta esencia del placer, según Freud. La compensación de Judas antes de entregar a Jesús. La razón última de acompañar a esa chica hasta el portal.

El beso es capaz de mover montañas. Aún más, la sola expectativa de un beso mueve montañas. Tienen un valor incalculable y enormemente contradictorio. A veces es como si los tuviéramos contados, oiga. Y es que el beso, cuando no apetece, duele horrores darlo. Haz las paces con tu hermano y dale un beso. Y parece que te estén pidiendo la vida. Que perdonar, perdonas, pero el beso es otra cosa.



Julia Roberts vendía su cuerpo a Richard Gere sin problemas, pero con la advertencia de que no habría besos. Porque el beso involucra, señores. El beso pesa. Cuando el beso flojea, no hay disimulo que valga. Cuando el beso falta, se da cuenta hasta el apuntador. Cómo saben los niños negar el beso de buenas noches, para mostrar su descontento. Cómo saben evitar el beso a las amigas de la abuela. Y cómo se nota cuando te cae un beso libre lleno de chocolate y babas.



Y es que el beso sabe mostrar y ocultar un millón de sensaciones, que ni las palabras, ni las miradas, ni los gestos, ni los libros, ni nada de nada de nada… sólo el beso.

Y es que el beso a veces tiene vida propia. Somos meros conductores. Porque cuando el beso apremia, señores, el beso llega. Y ni conveniencia, ni adecuación, ni manual del saber estar, ni nada de nada de nada… sólo el beso.



Y es que no sé qué tendrán los besos, que pasan los días, pasan los años, pasan las cosas, los recuerdos, los disgustos, los amores, los secretos, las traiciones y las ansias…pero nada de nada de nada, ahí se quedan los besos.

Así que a amantes y amigos; a padres, a novios, a queridos e hijos; a abuelos, a tíos, a sobrinos y desconocidos; a amados, a vengadores, a románticos y cínicos; a solteros, a casados, a mayores y pequeños; a payasos, a serios, a apasionados, a sosos y a divertidos hoy les digo… apuesten por el beso. Besen y déjense besar. Besen manos. Besen barbas. Besen lento. Besen al paso. Besen con torpeza. Besen con fuerza. Besen por besar. O porque no tengan nada mejor que hacer. Besen porque no lo puedan evitar. Besen por amor. O por despecho. Besen por venganza. Besen por costumbre. Besen al aire. Besen con los ojos cerrados. O besen entre risas. Besen al espejo. Besen a diario. O besen con cuentagotas. Pero besen. Besen sapos, incluso. Pero besen y déjense besar. Porque nunca se sabe…y porque, ya lo dice el refrán, un mal beso lo tiene cualquiera, pero siempre nos quedará el beso y en el peor de los casos, señores, que nos quiten lo besado…


 
 
 

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